Julián Alonso Martín
La partida que pienso
ofreceros en esta ocasión es casi un modelo de las características
que debe reunir un enfrentamiento ante el tablero para que pueda ser
considerado aspirante a un Premio de Belleza.
El criterio central -casi
universalmente aceptado- para juzgar una obra de arte, al menos en
su aspecto formal, es la UNIDAD. “La unidad es lo opuesto al caos,
la confusión, la desarmonía”. Las partidas de ajedrez que,
después de jugadas sobre el tablero, son reproducidas una y otra
vez por aficionados y críticos que disfrutan de su belleza,
responden sin duda a un modo de organización
donde los “opuestos” que acabamos de mencionar (caos,
confusión,…) no se producen. Una partida de ajedrez nunca será
elogiada por su desorganización o la desunión y descoordinación
entre sus partes.
La existencia de un plan ordenado
según las necesidades de la posición y la adecuada ejecución de
dicho plan, dotan de “unidad lógica” a la partida de ajedrez. La
solución feliz de los problemas del juego es el resultado de UNA
partida, no el afortunado “hallazgo” en alguna de sus partes o la
consecuencia de un grave “accidente” del adversario. “El juego
–escribe Huizinga en Homo
Ludens- exige un orden
absoluto… Esta conexión íntima con el aspecto de orden es, acaso,
el motivo de por qué el juego… parece radicar en gran parte
dentro del campo estético”.
No obstante, habremos de reconocer que
algunos enfrentamientos ajedrecísticos, que incluso encuentran
acogida en la prensa especializada, muestran tal descoordinación
entre sus partes que no pasarán, desde luego, a engrosar el acervo
de bellas partidas recordadas durante mucho tiempo. Pero las que sí
alcanzan ese privilegio tienen, entre sus valores, el de la unidad
como primer referente de su calidad estética. Sin embargo, esta
condición debe ser matizada de inmediato; porque, no es suficiente
para la valoración estética de una partida, si ésta no se
manifiesta variada
y diversa
en su misma unidad. Reconocemos que, en las obras de arte, la simple
repetición de las partes, por mucho carácter unitario que tenga el
conjunto, no consigue un efecto estético; así, en la partida de
ajedrez, el orden y la organización, por sí solos, no conducen a la
emoción y satisfacción estética de quienes la contemplan o
reproducen; antes, al contrario, caerá con facilidad en la monotonía
y el aburrimiento.
Si el camino para evitar la confusión
y el desorden es la unidad,
para no dirigirse hacia la monotonía habrá que echar mano de la
variedad.
“El encanto del ajedrez reside en su variedad” escribe Javier
Vargas. La unidad no
rechaza la existencia de un amplio número de elementos diversos;
pero sí exige que, en alguna medida, se hallen integrados en el todo
unificado. En la partida de ajedrez no es difícil diferenciar sus
partes (por ejemplo: apertura, medio juego, final) pero es preciso
que la unión entre ellas produzca sensación de conjunto organizado
y no de puro “accidente”.
La unidad contiene las partes
necesarias pero rechaza, en buena medida, las superfluas. Las jugadas
que no apuntan hacia (o no son necesarias para) el fin propuesto,
aminoran el valor estético de la partida. El GM Simaguin dijo en una
ocasión: “Una partida conducida con lógica y rematada con una
bella combinación, ese es mi ideal en el juego de ajedrez.” Habría
que entender, quizás, que por delante de las combinaciones y
sacrificios brillantes, ha de reconocerse en la partida la existencia
de un plan adecuado a la posición y un desarrollo lógico y vigoroso
de dicho plan. La frase de Simagin es, con todo, un buen comienzo
para, reproduciendo una partida de este maestro, introducirnos en el
conocimiento de lo que podría ser el desarrollo ideal (?) de un
combate de ajedrez con merecimientos para ser premiado.
He aquí lo que piensa Dvoretsky sobre
el GM moscovita:
“Mucha gente considera
que
después de
Kasparov,
Karpov
y
otros
grandes
maestros,
el
resto de jugadores
son
de alguna manera
débiles
y
carentes
de interés.
De
hecho,
entre
los
grandes
maestros de
segunda
y tercera fila,
algunos
saben
cómo
mover
sus
piezas,
aunque no
posean individualidad creativa.
Sin
embargo,
si
usted encuentra entre
ellos
un verdadero
artista
con
ideas originales
y
reflexiones
profundas,
no
es peor el estudio de
su
trabajo
que
estudiar
el trabajo
de
los campeones.
Simagin
es uno
de esos artistas,
y le recomiendo que
estudie
sus
juegos
seleccionados”.
En España tenemos el privilegio de haber dispuesto de una traducción
(durante mucho tiempo, la única traducción a un idioma diferente
del ruso) de la obra de Simagin, editada por Ricardo Aguilera en un
libro que aquí se tituló “El estilo Posicional” cuya primera
edición vio la luz en 1965. Un título que puede “echar para
atrás” a quienes prefieren el estilo de ataque para su juego y
reproducen casi exclusivamente partidas de reconocidos maestros del
juego táctico. Pero este rechazo habría sido un error, pues en
Simagin encontramos un maestro que, por supuesto, desarrolla de forma
singular el juego de posición, que consigue dominar a su adversario
en ese terreno y entonces se lanza brillantemente, con sacrificios a
veces espectaculares, al ataque de la fortaleza real enemiga hasta
asestar el golpe mortal a su Rey. En este sentido sus partidas
podrían servir de “modelo” para aquellas que quisieran optar a
un Premio de Belleza.
Vamos a ver el enfrentamiento que el
maestro de Moscú sostuvo con su colega Oleg Moiseev cuando alcanzaba
por primera vez una plaza para participar en el campeonato Absoluto
de la URSS. Aunque su clasificación no fue brillante (14º entre 18
jugadores), “esta partida fue la más espectacular entre las más
de 40 partidas candidatas al Premio de Belleza sometidas al Jurado”
(Taimanov), se
encuentra entre la selección de las que publicó Aguilera y aquí la
transcribimos ayudándonos de los comentarios de su protagonista.
Moiseev,
Oleg - Simagin, Vladimir
XIX Campeonato de la URSS. Moscú, 02.06.1951
XIX Campeonato de la URSS. Moscú, 02.06.1951
1.d4
Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 Ag7 4.e4 0-0 5.Cf3 d6 6.h3 e5 7.d5 Ch5 8.Ae3
El
plan estratégico de las negras consiste en un inmediato ataque al
flanco de Rey; al mismo tiempo obstaculizan la jugada 8.g4 a la que
seguiría 8...Cf4. Por supuesto, que este plan podría justificarse
aún siendo correcto el juego de las blancas. Sin embargo, hay que
tener en cuenta que, en general, la antigua defensa india constituye
un difícil problema para las negras. ¿Por qué, entonces, la
antigua defensa india goza de tanta popularidad? La realidad es que,
en esta apertura, la lucha tiene un carácter tan agudo y complicado
que incluso el más pequeño error por parte de las blancas puede
producir lamentables consecuencias. En este sentido se podría
considerar justificado aceptar un cierto riesgo por parte de las
negras. (Simaguin)
8...f5
9.exf5 gxf5 10.Ae2
Sería
un error 10.Cxe5 porque 10...De8 11.Cd3 f4 12.Ae2 fxe3 13.Axh5 exf2+
daría ventaja a las negras.
10...Cf6
11.Dc2 Ca6 12.g3
La
alternativa era 12.0-0, decidiéndose ya por el lugar donde va a
cobijar su Rey.
12...Cb4
13.Db3 a5 14.0-0-0
No
parece que este sea tampoco un refugio seguro.
14...f4
El
GM Taimanov, que comentó esta partida en el libro The
Soviet Championships
que escribiera con Bernard Cafferty, coloca un signo de admiración a
esta jugada y comenta: "Explotando una débil carencia de
armonía en la posición del adversario, se deciden descaradamente
por el juego táctico. Una
decisión
tan original, que a menudo envuelve riesgo, era característica del
prominente teórico Simagin que tuvo en el ajedrez una vida tan
sorprendente como breve.
15.gxf4
Af5
Simaguin
opina que 15...exf4 16.Ad2 (pero aún más claro resulta con
16.Ad4 Af5 17.Td2 De7 18.Ch4) 16...Af5 17.Cd4 daría ventaja a
las blancas.
16.Ce1
Momento
crucial de la partida. Las blancas comienzan de pronto a retroceder y
desde este momento su posición empeora paulatinamente. Era necesario
16.fxe5 Ac2 17.Da3 Axd1 18.Txd1 que reporte una compensación
suficiente a cambio de la calidad. (S)
16...exf4
17.Ad4 Rh8 18.a3 c5! 19.Axf6
Sacrificio
de una figura que origina un ataque demoledor contra el Rey blanco.
Rehusar este sacrificio es imposible ya que después de 19.dxc6 Cxc6
el ataque se desarrollaría con igualdad material (S).
19...Dxf6
20.axb4 axb4 21.Cb5
La
mejor retirada para el Caballo. Como indica Simaguin, era más
deficiente 21.Ca4 Txa4; o bien 21.Ca2 Ta7 22.Rd2 Dd4+; y tampoco
servía 21.Cb1 f3! 22.Ad3 b5 (mejor
parece 22...Ad7
) 23.Axf5
bxc4 24.Dc2 b3 25.Dc3 Dxf5 . etc.
21...Ta1+
22.Rd2
|
22...f3!
23.Cc2
Dice
Simaguin que, después de esta jugada, "la situación de las
blancas es desesperada en todas las variantes". Y ofrece las
siguientes a modo de ejemplo:
a)
23.Txa1 Ah6+ 24.Rd1 fxe2+ 25.Rxe2 Ag6! (mejor
que 25...Ag4+
26.f3) 26.f3
(Son
inferiores tanto 26.Rd1
Dd4+; como
26.Th2
De5+ .
En cuanto a
26.Tf1 sigue
Te8+ 27.Rd1 De5) 26...Te8+
27.Rf1 De5 28.Dd1 Dg3 29.Cg2 Tf8 30.Ce1 Ae3 31.De2 Ad3!!;
b)
23.Ad3 Ah6+ 24.Rc2 Txd1 25.Rxd1 Dg5 26.Dc2 Ta8!;
c)
23.Axf3 Te8 24.Txa1 Ah6+ 25.Rd1 Dg5 26.De3 Txe3 27.fxe3 Dxe3 28.Th2
Db3+; d) 23.Cxf3 Ah6+ 24.Re1 Ac1 Después de esto las blancas llegan
a una situación en la que no existen jugadas razonables. Si 25.Tg1,
la continuación puede ser: 25… Tb1 26.Da4 Dxb2 27.Cxd6 Dc3+ 28.Rf1
Axh3+ 29.Tg2 Axg2+ 30.Rxg2 Dg7+ 31.Rf1 b3 etc.
Aunque
Simaguín no "viera" todas estas líneas ante el tablero
mientras disputaba la partida, es cierto que diferentes expertos han
confirmado la bondad de la solución final seguida por el Maestro.
Como Taimanov que, además, señalaba: "Examinar todas estas
alternativas produce una verdadera impresión artística".
23...Axc2
24.Rxc2
A
24.Dxc2 se puede responder 24...Ta2 , como dice Simaguin (o,
como indica Taimanov, 24...fxe2
25.Txa1 Dxf2)
24...fxe2!
25.Txa1 Dg6+
Sutileza
importante, anota Simaguin. Tras 25...Df5+? 26.Dd3! b3+ 27.Rd2 Ah6+
28.Rc3 y las blancas pueden defenderse.
26.Rd2
En
caso de 26.Dd3 el conductor de las negras propone 26...e1C+! 27.Taxe1
Txf2+ ganando.
26...Ah6+
27.De3
Las
blancas se quedan sin respuestas. Si 27.Rxe2 basta con 27...De4+; y,
en caso de 27.Re1, sigue 27...Dg2 28.Dg3 Dxh1+ 29.Rxe2 Te8+ y ahora
las blancas podrían acabar con sus sufrimientos jugando 30.Rd3 para
30...De4#
27...Txf2
28.The1 Axe3+ 29.Rxe3 Dg3+ 30.Rd2 Df4+
Y
las
blancas se vieron obligadas a abandonar. Porque…
La
continuación hasta el mate podría haber sido: 31.Rc2
Dxc4+ 32.Rd2
La
jugada que más alarga la agonía. Si 32.Rb1 Dd3+ 33.Rc1 Tf1 34.Ta8+
Rg7 35.b3 Txe1+ 36.Rb2 Db1#
32...Dxd5+
33.Rc1 Tf1 34.Cd4
De
poco sirve 34.b3 por la continuación 34...Dd1+ 35.Txd1 exd1D+ 36.Rb2
De2# 34...Dxd4
35.Rc2 c4 36.Ta8+ Rg7 37.b3 Dc3+ 38.Rb1 Txe1+ 39.Ra2 Da1#
[Event "URS-ch19"]
[Site "Moscow"]
[Date "1951.??.??"]
[Round "?"]
[White "Moisieev, Oleg L"]
[Black "Simagin, Vladimir"]
[Result "0-1"]
[ECO "E90"]
[PlyCount "60"]
[EventDate "1951.??.??"]
[EventType "tourn"]
[EventRounds "17"]
[EventCountry "URS"]
[Source "ChessBase"]
[SourceDate "1999.07.01"]
1. d4 Nf6 2. c4 g6 3. Nc3 Bg7 4. e4 O-O 5. Nf3 d6 6. h3 e5 7. d5 Nh5 8. Be3 f5
9. exf5 gxf5 10. Be2 Nf6 11. Qc2 Na6 12. g3 Nb4 13. Qb3 a5 14. O-O-O f4 15.
gxf4 Bf5 16. Ne1 exf4 17. Bd4 Kh8 18. a3 c5 19. Bxf6 Qxf6 20. axb4 axb4 21. Nb5
Ra1+ 22. Kd2 f3 23. Nc2 Bxc2 24. Kxc2 fxe2 25. Rxa1 Qg6+ 26. Kd2 Bh6+ 27. Qe3
Rxf2 28. Rhe1 Bxe3+ 29. Kxe3 Qg3+ 30. Kd2 Qf4+ 0-1
Antes de seguir adelante quisiera
hacer un recorrido por la biografía y las actividades de este casi
desconocido jugador –al menos para una gran mayoría de aficionados
españoles-. Varias circunstancias “colaboran” para hacer más
profundo este desconocimiento. En primer lugar, su corta existencia;
en segundo término, el tiempo durante el que se desarrolló su vida,
en el ámbito de dos guerras mundiales y de la revolución
bolchevique, la guerra civil en Rusia, …; y, por último, la
coincidencia en la competición con grandes maestros del tablero
soviético (Botwinnik, Smyslov, Bronstein, Geller, etc), cuyas
formidables condiciones no permitieron sobresalir, en su época, a
otros grandes jugadores, entre los que se encontraba Simaguin. Y
todavía podríamos añadir, las dificultades que “el telón de
acero” suponía para la transmisión de informaciones durante el
tiempo en que él vivió… Hoy, sin embargo, podemos acercarnos algo
más a los datos de su trayectoria vital…
Nos situaremos hacia el final de las
acciones bélicas con las que concluyeron los enfrentamientos de la
que conocemos como la Gran Guerra…Tras la huida del Kaiser alemán
a Holanda, el gobierno de la República firmó el armisticio
aceptando la derrota el día 11 de noviembre de 1918. Unos meses más
tarde, Vladimir Simagin nacía en Moscú, el 21 de junio de 1919,
siete días antes de que, entre los aliados y Alemania, se firmase en
Versalles el primero de los tratados conocidos como Paz de París,
tratados que se desarrollaron entre 1919 y 1920. Simagin tuvo una
infancia muy difícil, quedándose huérfano de padre muy pronto.
Durante años vivió con su madre y otros dos hermanos en un pequeño
apartamento de la calle 25
de Octubre de la capìtal
moscovita. Muy pronto comenzó a frecuentar y jugar al ajedrez en el
Palacio de los Pîoneros, donde dejó patentes muestras de su
talento, aunque su “explosión” en el tablero no llegaría hasta
final de los años 40. “Antes de dedicarse profesionalmente al
ajedrez, Simagin trabajó como mecánico en una fábrica”, nos
cuenta Botwinnik. Su primera participación en el campeonato de Moscú
(que ganó en tres ocasiones) fue en 1945. Al año siguiente, terminó
en segunda posición tras el maestro Bronstein. Con este mismo
jugador y con Ravinsky empataría a la cabeza de la clasificación en
la siguiente edición del campeonato moscovita; y, al ganar el
desempate, se proclamó por vez primera, campeón de la capital de la
RS Rusa.
No le fue fácil clasificarse para
disputar la Final del campeonato soviético. Hizo cinco intentos
fallidos antes de lograrlo en las semifinales que daban paso al XIX
campeonato, jugado en Moscú cuando finalizaba el año 1951. Ocupó
el puesto décimo cuarto entre 18 participantes y consiguió
solamente tres victorias, contra los últimos de la clasificación.
Esta fue la característica de casi todas sus intervenciones (hemos
contado hasta siete) en tan importante competición: débiles
clasificaciones (su mejor colocación: 9º/10º, entre 20
participantes, en 1961), mediocres resultados con algunas brillantes
realizaciones y contundentes victorias: en el XXVII Campeonato,
Leningrado 1960, derrotó a Korchnoi, triunfador en la competición;
y, al año siguiente, además de su mejor colocación, consiguió
derrotar a Stein (4º), Spassky, Averbaj y Polugaievsky que ocuparon
los puestos 6º/8º de la tabla.
A pesar de que no fueron muchas sus
apariciones en el campo internacional (las “salidas” de la URSS,
muy controladas por las autoridades soviéticas, no se sabe con qué
criterio eran concedidas), los resultados fueron bien notables. Así,
en Sarajevo 1963, se colocaba en 2º/5º lugar (empatado con
Gligoric, Ivkov y Uhlmann) en un torneo que vio el triunfo final de
Portisch. Y en Sochi 1967 mejoró su colocación pues subió al podio
de los ganadores acompañado de Spassky, Zaitsev, Shamkovich y
Krogius. El reconocimiento de la FIDE como GM le llegó en 1962…
Los primeros contactos de Simagin con
el ajedrez postal se produjeron tan pronto como en 1948, cuando se
inició el Primer Campeonato Soviético de la especialidad. A él
habían sido invitados todos los maestros y grandes maestros
reconocidos de las diferentes Repúblicas. Solamente dieciséis
acudieron a la llamada y la contienda se extendió hasta 1951 cuando
Konstantinopolsky se destacó en la clasificación aventajando en
medio punto a sus tres inmediatos seguidores (Kopaev, Simagin y
Sokolsky) que habían conseguido reunir 11 puntos. Luego, Simaguin
abandonó el juego por correspondencia y su nombre no volvió a
aparecer en las listas de competidores de los sucesivos
campeonatos de la URSS hasta la sexta
edición. Arrancó esta sexta competición, el día primero del año
1963 y, como en octubre de 1964 el resultado final era obvio, se
adjudicaron las partidas inacabadas y se proclamó campeón a
Vladimiro Simagin.
Otros aspectos aún menos conocidos de
su actividad ajedrecística deben ser recordados aquí. Como, por
ejemplo, que fuera entrenador de un joven Kotov hasta 1953 cuando
Simagin hubo de desplazarse urgentemente a Zurich para, en el Torneo
de Candidatos de aquel año, hacer de “segundo” de Smyslov al que
el Comité de Deportes de la URSS había privado de su fiel
colaborador Alatortsev, que le venía prestando servicio desde 1946.
Pasó toda su existencia viviendo en
la capital moscovita. En la capital y fuera de ella era de sobra
conocida su intensa actividad como monitor de ajedrez de su club “de
toda la vida”, el Spartak de Moscú. Pocos días antes de su
trágica muerte (25 septiembre 1968), Simagin sostuvo con el GM
Bronstein una “larga y amistosa conversación”, según este
último ha contado en The
Sorcerer´s Apprentice, en
la que le dijo: “David, no puedes imaginarte la cantidad de
actividades en las que estoy involucrado dentro de mi club de ajedrez
Spartak de Moscú. No solamente jugando para ellos, sino también
dando charlas, exhibiciones de simultáneas, respondiendo a muchas
preguntas, evacuando consultas, etc. Pero ahora estoy muy cansado y
no me encuentro bien.”
Algo parecido a esta última frase
repitió Simagin a su amigo Yacob Estrin en el Torneo de Kislovodsk ,
durante cuya celebración falleció después de un fulminante ataque
cardíaco.
Del aspecto físico y rasgos de su
carácter nos han llegado diferentes referencias…“Era un hombre
de salud precaria, taciturno, de pocas palabras, pero inteligente,
muy inteligente”, dijo Botwinnik . Averbach lo conoció en 1935 y
relató así su primera impresión: “Tenía una piel muy clara y un
cabello muy revuelto, difícil de peinar. Era rubio, de un rubio
amarillento, pálido…” De naturaleza enfermiza y una cierta
inestabilidad psicológica, a veces se quejaba de sus dificultades en
la visión (siempre usó gafas). Padecía una extraña enfermedad
llamada “agorafobia” que es una especie de ansiedad producida por
el temor a los espacios abiertos: su amigo Chistiakov contó que
Simagin abandonó un torneo en Jarkov porque llegó a la sala donde
se disputaban las partidas, después de recorrer andando una
larguísima avenida de la ciudad, presa de un ataque de pánico que
obligó a hospitalizarle. Por otro lado, el escritor y maestro del
ajedrez ruso, Lev Khariton escribió que Simagin “era modesto y
humilde, nunca pidió nada para él en su vida y podía estar al lado
de otro hombre cuando la verdad estuviera en peligro".
Con todo, a mí me gustaría resaltar
una frase suya, ya recogida en líneas precedentes, y que me complace
repetir y subrayar porque contiene, en pocas palabras, un
pronunciamiento que comparto sobre la belleza de un enfrentamiento
ante el tablero: “Una
partida conducida con lógica y rematada con una bella combinación,
ese es mi ideal en el juego de ajedrez.”
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