Julián Alonso Martín
JAQUE 24
En la partida de ajedrez, como
bien se sabe, cada derrota que sufrimos lleva a nuestro casillero de
la tabla de puntuaciones un cero rotundo, precio que obliga a pagar
el Reglamento a quienes no aciertan a preservar su Rey del mortal
ataque adversario. Hay derrotas, sin embargo, que dejan secuelas y
parece como si su precio debiera ser pagado con recargo. Porque si
todas las derrotas son amargas, hay algunas que llevan consigo una
especie de plus en la sanción... Un error condujo a la pérdida de
la partida. Y ahora parece que no fuera suficiente castigo el cero
de nuestra puntuación: las consecuencias del error que nos hizo
perder se prolongan más allá de la derrota misma.
Permitidme que me refiera en esta “crónica de
sucesos” a algunos casos que llamaron mi atención, cuando tuve
conocimiento de ellos, por la singularidad y “gravedad” del
efecto causado por el error (o errores) cometidos en una partida.
El drama de Szabo
Muy cerca de Estocolmo, en
Saltsjöbaden, se disputó entre el 15 de julio y el 15 de
agosto de 1948 el primer Torneo Interzonal.
Botwinnik era ya el campeón del mundo y un nuevo sistema se había
implantado para seleccionar al Candidato que le disputaría el título
en 1951. Los mejores jugadores del momento –con la excepción de
Smyslov, Keres, Reshevsky y Euwe, participantes en La Haya- iban a
competir por los puestos que daban acceso a la siguiente fase, la de
Candidatos.
Antes de iniciar la ultima
ronda de la competición, Bronstein y Szabo lideraban la tabla
clasificatoria con idéntica puntuación; así que, en aquellos
momentos, eran los únicos contendientes que podrían anotar su
nombre para la historia como ganadores del primer Interzonal. El
maestro húngaro parecía tenerlo más fácil pues se enfrentaba al
sueco Lundin que ocupaba el último lugar de la tabla. Cuando se
habían hecho 25 movimientos por cada lado, la posición que mostraba
el tablero se recoge en el siguiente diagrama:
“Había comenzado a pensar
–relata Szabo- sobre mi 26ª jugada, cuando un gran revuelo se
produjo en la sala del torneo. Un individuo, probablemente borracho,
se abalanzó sobre la mesa de Bronstein y empujó las piezas fuera
del tablero. Los organizadores corrieron inmediatamente al lugar del
suceso e intentaron expulsar del salón al alborotador. Fue durante
este incidente cuando cometí el más serio error táctico de mi
vida, cuyas consecuencias me han perseguido años enteros”.
Fuera esta u otra la causa, es
lo cierto que Szabo se equivocó. Había ya jugado 26.£c7
?... cuando el árbitro ordenó la paralización de
todos los relojes hasta tanto no se restaurase el orden en la sala.
Transcurrida una media hora y reanudado el juego, Lundin movió,
naturalmene, 26... £xb2
. El maestro húngaro, completamente desconcertado,
cometió otros errores y abandonó después del movimiento 44 de su
rival.
En Saltsjöbaden, Szabo (+1998)
“jugó el torneo de su vida”; pero no pudo alcanzar el primer
puesto. “La última ronda dejó ver el lado trágico de su
personalidad, la cual le ha perseguido en todas sus siguientes
intervenciones ante el tablero”, escribieron más tarde Gligoric y
Matanovic.
Los ajedrecistas sostienen, de
contínuo, una dura lucha contra los propios errores; pero éstos
nunca desaparecerán de su juego definitivamente. ”Los errores
están esperando...” Y, cuando aparecen, un sentimiento de
decepción invade al jugador poniendo en peligro sus siguientes
actuaciones. Excepcionalmente, tal decepción puede llegar a
ensombrecer el resto de su carrera deportiva.
Ivkov se “desinfla”
Un suceso similar al relatado, al menos en sus
consecuencias, ocurrió el año 1965 al GM yugoslavo Borislav Ivkov
cuando participaba en La Habana en el IV Torneo Memorial Capablanca.
Iba a cumplir 32 años y estaba en la cima de su carrera. En 1951
había hecho su aparición en la escena ajedrecística proclamándose
Campeón Mundial Juvenil, el primero de la historia de esta
competición. Y después de participar en los más importantes
torneos de todo el mundo, ahora coincidiría con un plantel de
jugadores de elevadísimo nivel. Desde los primeros compases se puso
a la cabeza de la competición y dos rondas antes del final llevaba
un punto de ventaja a Geller y Smyslov, y dos puntos a Fischer y
Jolmov. Para conseguir el primer puesto le bastaba con hacer dos
tablas... Y esto no parecía muy difícil pues sus adversarios, el
cubano García y el austríaco Robastsch, se contaban entre los
rivales más débiles.
En la partida de la penúltima
rueda, el GM yugoslavo tenía la calidad y tres peones de ventaja
cuando quedaban muy pocos movimientos para alcanzar el control...
García
- B. Ivkov
La
Habana, 1965
Probablemente muy presionado por
la escasez de tiempo, Ivkov cometió un terrible error: 36...d3
?? y García no desaprovechó la oportunidad:
37.¥c3,
por lo que, el conductor de las negras se vió
obligado a abandonar.
Este “tropezón” causó un efecto
inmediato en el ánimo del GM yugoslavo. Todavía aventajaba a
Smyslov y Geller en medio punto y en un punto entero a Fischer.
Robastch, su adversario de la ronda final, había perdido con él en
tres ocasiones anteriores y llevaba ahora las piezas negras... Pero
Ivkov no supo ( o no pudo) controlar la situación y cayó derrotado
tras 58 movimientos. Su camino hacia el primer escalón del podio se
cerró definitivamente. Como ocurriera a Szabo, el mejor desempeño
de su carrera sólo le condujo al segundo puesto...
El desmayo de Penrose
Para disputar la XIX Olimpiada, 74 paises
inscribieron sus equipos representativos. Pero la Organización no
podía aceptar más que 60 y se vio obligada a rechazar a algunos
que, incluso, habían ya llegado a la pequeña ciudad (60.000
habitantes, entonces) de Siegen, en la Alemania Occidental. Los
participantes se dividieron en grupos de 10 equipos... En la octava
ronda, el encuentro Inglaterra – Andorra del grupo 2º terminó de
manera inesperada. Los británicos eran muy superiores a sus rivales
y soñaban con un rotundo 4 a 0. Presionado por las circunstancias,
su primer tablero, Jonathan Penrose, cometió un grave error que le
produjo un profundo shock... y se desplomó sobre el tablero.
J.
Penrose - O. Ulvestad
XIX
Olimp. Siegen, 1970
El tramo final de la partida tuvo el siguiente recorrido:
45...f4
46.¦b6 ¦a5 47.¦xd6?? ¦e5
48.¦a6 ¦e4
Fue
en este momento cuando Penrose sufrió el desfallecimiento. Llevado
al hotel donde se alojaba el equipo, un doctor no pudo encontrar nada
irregular en su estado. Sin embargo, Alexander, el capitán del
conjunto inglés, decidió dar por perdida la partida. Y
no volvió a alinear al titular de su primer
tablero.
Lo sucedido dejó profunda huella en el ánimo
de Penrose quien, a pesar de su relativa juventud (37 años) se
retiró casi definitivamente de las competiciones. (Sin embargo,
participa con éxito en juegos por correspondencia).
Fernández tuvo que esperar...
El Campeonato de España de 1984 se disputó en
el Ayuntamiento de Gracia de la capital barcelonesa desde el 17 al 26
de septiembre. El MI Angel Martín sería el vencedor.
...”Pero el resultado más
sorprendente –contaba Leontxo García- corrió a cargo del MI
Tchelu Fernández que parece dominado por una extraña influencia que
le impide ser campeón de España. Tras obtener 5 puntos de las 6
primeras partidas disputadas, perdió en solo 6 jugadas (¡¡) al dia
siguiente. Muy afectado psicológicamente por este “accidente”,
Fernández solo consiguió medio punto de las tres partidas que
restaba disputar”.
Esta fue la brevísima partida:
J.
Magem - J.L. Fernandez
Barcelona,
1984
1.e4
e5 2.¤f3 ¤c6 3.d4 exd4 4.¤xd4 ¥c5 5.¤xc6
En
tal situación a Fernandez se le ocurrió la malhadada idea de
5...£h4??
;
pero
después de
6.¤d4
abandonó
inmediatamente.
J.L. Fernández hubo de
esperar hasta 1989 para proclamarse campeón de España en Almería.
R. Hübner y la Candidatura
El 4 de agosto de 1976 fue “un dia de horror
inexplicable en el cual los Hijos de la Luz cayeron víctimas de las
Fuerzas de la Oscuridad”, escribió W.G. Raines, ayudante de Robert
Hübner en el Torneo Interzonal de Biel. No es para menos... La
ciudad suiza había dado acogida a 20 jugadores que disputaban 2
plazas para incorporarse al próximo Torneo de Candidatos. Y en la
penúltima ronda su pupilo, en cabeza de la tabla junto a Larsen, se
enfrentaba al excampeón mundial, Tigran Petrossian, que todavía
tenía posibilidades de clasificarse. Despues de una partida en la
que el maestro alemán había superado claramente al excampeón, el
juego llegó a la posición que recoge el siguiente diagrama:
R. Hübner - T.
Petrossian
Interzonal.
Biel, 1976
Cuando
los "domésticos" del equipo ruso esperaban con gesto
resignado el fin de la partida, ¡la Tierra tembló!. (W.G.Raines)
Hübner, aunque apurado de tiempo, contaba aún con 5 minutos en su
reloj y tendría que haber encontrado la variante forzada que le
llevaba a la victoria. 37.£e8+ ¢g7 38.¦e7+ ¢h6 39.£f8+ ¢h5
40.¦xh7# Pero el maestro alemán debió de sufrir una especie de
colapso mental, pues movió:
37.g3??
El
juego siguió
37...¤xf4?!
Tampoco
Petrossian está muy inspirado en su respuesta: 37...¢g7 , evitaba
la variante de mate que acabamos de ver.
38.£e8+?
No
se ve qué pueden hacer las negras luego de 38.gxf4 £xf4+ 39.¤g3 .
Probablemente, Hübner se ha dado cuenta de su error anterior...y se
siente profundamente decepcionado.
38...¢g7
39.¦e7+??
Error
definitivo. Todavía ganaba 39.gxf4 ¦xh1+ (pues
39...£xd5?
40.¦e7+ ¢h6 41.£f8+ ¥g7 42.£xg7+ ¢h5 43.£xh7#) 40.¢xh1
£xd5+ 41.¢h2
39...¢h6
40.¤f2 ¥xf2
Grave
error hubiera sido 40...£xd5, debido a 41.£f8+ ¢g5 42.h4+ ¢h5
43.¦xh7#
41.¦xh7+
¢g5
Por tan graves errores, Hübner pagó un precio
muy alto. En la siguiente ronda no pudo pasar de las tablas con
Larsen (1º en la clasificación) y tuvo que aceptar el ser
adelantado por Petrossian, Tahl y Portisch. Su paso a la Candidatura
se habia evaporado... Hubo de esperar tres años para volver a ser
Candidato.
De análoga manera a
lo que sucede a determinados jugadores que encuentran su “bestia
negra” en algún irreductible –para él- adversario, hay
competiciones que parecen inalcanzables para determinados jugadores
por muy grande que sea su categoría. Las “relaciones” de Hübner
con la Candidatura han sido siempre un tanto tormentosas y poco
satisfactorias para el jugador alemán. Con 22 años, en el mes de
mayo de 1971, jugó en Sevilla (yo fui testigo en directo) los
cuartos de final contra Petrossian. Después de entablar las seis
primeras partidas, perdió la septima al dejarse una pieza al borde
del control... y abandonó el match cuando aún quedaban tres
partidas sin disputar. Sus nervios no pudieron soportar la tensión
de tan dura competencia.
En el Interzonal
de Rio de Janeiro, finalizado en octubre de 1979, acabó en lo más
alto de la tabla, empatado con Portisch y Petrossian. En las fases
siguientes venció a Adorjan (+2,-1,=0) y a Portisch (+2,-0,=9). El
20.12.1980 comenzaba la Final enfrentándose a Korchnoi en Merano, al
norte de Italia. Al cabo de seis partidas, Hübner aventajaba a su
rival (+2,-1,=3); pero en la séptima fue víctima de un auténtico
desastre. La partida había transcurrido con ventaja del alemán. El
final se presentaba favorable a sus intereses...
R. Hübner - V.
Korchnoi
Final
Candidatos. Merano, 1980
Pero
en el momento que muestra la posición del diagrama, todo su proyecto
se vino abajo.
63.¢d5??
Un
gravísimo e inexplicable error... Aunque no estaba presionado por el
tiempo, Hübner probablemente solo consideró 63...¤f6+
63...¤e3+
64.¢e5
y
abandonó.
Su decepción y
abatimiento debieron ser enormes... En la octava partida Hübner
ofreció escasa resistencia y Korchnoi se adelantó en el marcador.
Para entonces, el jugador alemán empezó a dar muestras evidentes de
un considerable incremento en su nerviosismo. La novena y décima
partidas no finalizaron en la jornada correspondiente y tuvieron que
ser aplazadas en posiciones –más o menos- igualadas. En tal
situación, Hübner solicitó un descanso, un receso en la disputa
del match; pero antes de recibir la respuesta ya había notificado a
los organizadores que abandonaba definitivamente la contienda.
Todavía hay más. El protagonista de nuestro relato vivió una
experiencia insólita en el mes de abril de 1983, con motivo del
match, correspondiente a los cuartos de final de Candidatos, que le
enfrentó a Smyslov en Velden (Austria). Al final de las 10 partidas
programadas, el resultado del encuentro (+1,-1,=8) obligaba a
prolongar la pelea durante 4 nuevos encuentros. Todos ellos fueron
tablas; y como los contendientes habían acordado que, en caso de
empate, no aceptarían jugar blitz, se hizo necesario recurrir
a la suerte para elegir al ganador. En la ruleta del Casino de
Velden, el “rojo” de Smyslov dejó a Hübner apartado de la
carrera...
Parece evidente que los errores sobre el tablero producen en el GM
alemán un sentimiento de frustración tan grande que le incapacitan
para continuar la lucha contra calificados adversarios, en desafíos
siempre difíciles.
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